SOBRE EL NOMBRE DEL BLOG

A medio cuarto de legua de la muy antigua villa de Fuentes, en el Reino de Sevilla, se levanta una fuente que desde siglos atrás fue el principal abastecimiento para la «manutenzión del común de estte vesindario». Ésta se surte a partir de un complejo sistema subterráneo de captación y conducción de aguas formado por dos manantiales o “minas”.

Rodeada de restos de distintos pueblos antiguos que habitaron estos lares, ya en 1599 aparece citada en las Actas Capitulares acordándose su reparo, y en 1690 el Cabildo Municipal acuerda hacer la fuente de piedra, para lo que contrata al cantero de Morón Antonio Gil.

A lo largo del siglo XVIII, varios miembros de la saga de alarifes de los Ruiz Florindo intervienen en el conjunto, ya que se continúan diversas reformas debido a la pérdida de suministro y a defectos en las conducciones.

Como en la Fuente de la Reina, otros manantiales y pozos de estas tierras llenas de historia siguen manando agua «buena y clara» desde tiempos remotos; características de un territorio que dieron el nombre a este maravilloso lugar del mundo que es Fuentes, de Andalucía.

sábado, 10 de diciembre de 2011

LA SEMANA SANTA DE FUENTES DE ANDALUCÍA EN "MÁS PASIÓN" (Revista cofrade de "El Correo de Andalucía")

El nº 53 de la revista mensual cofrade "Más Pasión" de "El Correo de Andalucía", correspondiente al 4 de diciembre de 2011, publicó en la sección "La provincia cofrade" un amplio reportaje de tres páginas dedicado a la Semana Santa de Fuentes de Andalucía, desarrollado por Julio Gómez Trigo.
Para su elaboración he colaborado con el aporte de información y fotografías, habiendo correspondido a la redacción de la revista las fotografías que se publican, puesto que de forma objetiva entregamos una imagen por cada uno de los diez pasos que procesionan por las calles fontaniegas en la Semana Mayor.
A continuación reproducimos el citado reportaje.




sábado, 26 de noviembre de 2011

QUE REPIQUEN LAS CAMPANAS… DE LA TORRE DE SANTA MARÍA LA BLANCA


En julio de 2003 la Iglesia Parroquial Santa María la Blanca de Fuentes de Andalucía era declarada, por el Consejo de Gobierno de la Junta de Andalucía, Bien de Interés Cultural (BIC) en la categoría de monumento, reconociendo así el valor patrimonial, artístico e histórico de este importante edificio y principal templo de Fuentes de Andalucía.
Meses más tarde, el 18 de enero de 2004, se procedió a su clausura tras el pertinente informe técnico del Arzobispado de Sevilla, visto el lamentable estado de conservación de la amplia techumbre del edificio.
A partir de ese momento, una Comisión se constituyó al efecto y comenzó a realizar contactos y actuaciones encaminadas a recaudar los fondos necesarios para restaurar el edificio. Un camino largo y pedregoso donde las puertas cerradas y promesas incumplidas han sido muchas, provocando en ocasiones el desánimo de la Comisión que veía el hito de reabrir el templo como una utopía.
Pero hoy, ocho años después, el trabajo desarrollado va a dar sus frutos con el inminente inicio –en diciembre de 2011– de las obras de recuperación del templo, una vez que se han superado todos los trámites y se ha conseguido reunir los fondos económicos necesarios.
La primera fase –el proyecto se divide en cuatro, pero culminada la primera se podría reanudar el culto en el templo¬– se va a dividir en dos partes. La primera de ellas es la que se va a acometer en breve con un plazo de ejecución de 10-12 meses, con una inversión de 685.000 € como presupuesto de contrata y que consistirá en la rehabilitación estructural de las cubiertas del conjunto del edificio, consolidación de la torre y restauración de todas las campanas y el artesonado mudéjar.
Esta parte primera de la fase 1 va a ser financiada en su totalidad con los fondos que durante estos años ha recaudado la Comisión, en torno a 300.000 euros donde se incluye la asignación presupuestaria anual que ha venido aportando el Ayuntamiento de Fuentes de Andalucía, y la partida de 400.000 euros que ha aportado el Arzobispado de Sevilla.
Para las siguientes fases «se espera» contar con la aportación de la Delegación de Cultura de la Junta de Andalucía, tras la firma de tan anunciado convenio.
Esta luz en el camino es fruto indudable del tremendo esfuerzo humano realizado por la Comisión durante estos ocho años y por el impulso dado por el nuevo párroco, don José Antonio Martínez, en el año que lleva al frente de la parroquia fontaniega.
Ante la inmensa alegría que para la comunidad parroquial y el pueblo de Fuentes de Andalucía suponen estas gratas noticias, he recuperado un artículo que sobre la torre de Santa María la Blanca, por donde van a comenzar las actuaciones, publiqué en la Revista de Feria de Fuentes de Andalucía de 2001.
Que repiquen las campanas de la torre de Santa María la Blanca, porque en estos días comienza la cuenta atrás y, más pronto que tarde, este magno edificio volverá a relucir como lo ha hecho durante los últimos siglos de nuestra historia.

Testigo en el tiempo y en la historia, la torre de Santa María la Blanca es sin duda la imagen más universal de Fuentes de Andalucía, la instantánea más captada por cámaras fotográficas, tanto por su importancia histórica y monumental como por encontrarse sobre el cerro principal en el que se sitúa el casco histórico de la población.
Desde los cuatro puntos cardinales es vista sin nada que lo impida, alta y esbelta, perdurando en el tiempo desde que allá por mediados del XVIII finalizaran las obras de su construcción. Es huella del pasado que ha sido la encargada de anunciar con sus campanas penas y alegrías, descansos y victorias. Con los tañidos unidos de sus seis voces de bronce se repicaba a gloria y dos de ellas doblaban la desgracia de otra marcha, mientras que cada treinta minutos latían los secos golpes del reloj.
Siempre sola pero llena de vida, ha sido y es refugio de palomas, cernícalos y lechuzas que en ella encuentran cobijo, y soporte de los clásicos nidos de cigüeñas que perduran en lo más alto junto a la maravillosa cruz que le corona.
Situada en la cabecera de la primera nave epistolar contigua al presbiterio, se orienta, al igual que el templo, según la disposición tradicional, que dispone el eje principal en dirección Este a Oeste.
La construcción del templo actual se llevó a cabo en distintas fases y fechas, creciendo a lo largo de más de dos siglos tanto física como estéticamente, comenzándose a construir en la segunda mitad del siglo XVI sobre una antigua fábrica medieval que incluso ya contaba con torre, según documentos que nos corroboran la existencia en 1577 de «dos campanas en la torre. La una mayor que la otra» [1].
El auge de población que a mediados del XVI sufría la villa, hizo que las dimensiones del edificio no fueran aptas para la celebración del culto en él al no dar cabida a todos los fieles, obligando ello, en el último cuarto del siglo XVI, a la intervención del Consejo de la Villa en el templo, llevándose a cabo las primeras obras que señalándose como importantes iniciaron la construcción del edificio actual, en las que el Consejo ordenó «hacer mandamiento para cobrar el alcance producido en la obra de la iglesia» [2].
Tres años más tarde, en 1589, las actas capitulares hacen referencia de nuevo a las citadas obras, acordándose solicitar al Real y Supremo Concejo del Reino licencia para interponer un maravedí [3] de «çiça» sobre la carne y pescado que se vendiera en la villa. Se trataba de una especie de impuesto que consistía en que por cada libra [4] de carne o pescado que se comprara en la villa se destinara un maravedí para la construcción de la iglesia.
«En este cabildo se trató e acordó que se dé poder a Lope de Vergara estante en la Corte del Rey Nuestro Señor para que gane probisión de su real e supremo conçejo para queste conçejo pueda imponer un maravedí de çiça sobre cada una libra de carne e pescado que se vendiese en esta villa para la obra de la iglesia atento a que la dicha obra a muchos días questa començada e tiene fechos ya los cimientos e parte de las paredes e questa tan vieja que se teme que un día se a de caer e conjer la jente debaxo e que Andrés Martín Caballos, regidor deste conçejo haga pedimento e información sobrello para que se enbie al dicho real conçejo e coste de los suso dicho» [5].
Aunque dicha acta no aporta dato alguno sobre el templo en sí, nos corrobora la existencia de una iglesia anterior a la actual, lógicamente de dimensiones mucho más reducidas y la cuál se encontraba en muy mal estado.
Afortunadamente, la petición de licencia tuvo respuesta en apenas 40 días, siendo ella positiva para beneficio de la propia obra.
«En este cabildo se leyó una real probisión del Rey, Nuestro Señor, librada de los señores de su real e supremo conçejo ganada a pedimento desta villa sobre la çiça queste conçejo pide se eche en la carne y pescado que en esta villa se vendiere, para la obra de la iglesia desta villa como en la dicha real probisión se contiene la qual vista en el dicho cabildo el dicho gobernador por el dicho cabildo la tomó en sus manos e la besó e puso sobre su cabeça e dixo que la obediencia e obedeçió con el acatamiento en la dicha real provisión se a de haser a cabildo abierto e agora anda la jente ocupada en el agosto que luego que lo ayan acabado se pondrá en execuçión de haser e cumplir» [6].
El templo y la torre siguieron sometidos a obras durante las dos centurias siguientes, destacando las ejecutadas en el primer tercio del XVII, donde se levantaron las tres naves principales, así como la capilla mayor y la cripta bajo el presbiterio, éstas bajo el patrocinio de la Casa de los Señores de Fuentes, finalizando con el importante artesonado que cubre la nave mayor, del círculo de obras que ejecutara y dirigiera Diego López de Arenas.
Aunque no se tiene constancia documental, éstas no fueron más que la continuación de las primeras intervenciones llevadas a cabo a finales del XVI, así como estimamos que la torre no sufrió remodelaciones importantes, ya que en 1626 contaba, al igual que en 1577, con «dos campanas en la torre una mayor que otra» [7].
En 1681, por los daños provocados por un terremoto acaecido en octubre del año anterior, la torre sufrió una reparación debido a los daños efectuados por el movimiento sísmico [8].
Pero agraciadamente llegaría el XVIII, un siglo que cambiaría considerablemente el aspecto general del edificio a través de una serie de remodelaciones consistentes en la ampliación del templo con dos nuevas naves laterales, la construcción de una serie de dependencias interiores tales como la sacristía mayor, así como la terminación y elevación de la torre o campanario, que seguidamente detallaremos.
En mayo de 1736, tras la petición al Arzobispado por parte de la autoridad clerical local, se obtiene «permiso para cubrir la torre que se halla descubierta» [9], llevándose a cabo las obras en 1742 bajo la dirección del maestro mayor de obras del Arzobispado José Rodríguez [10], y finalizando en 1748 con la colocación de «los ochos balcones en la torre» [11]. Anterior a estas obras solo se tiene constancia de unas llevadas a cabo en 1711, donde se adquirió «un millar de ladrillos para solar la torre» [12].
El conocido terremoto de Lisboa, ocurrido el 1 de noviembre de 1755, produjo en el edificio serios desperfectos –de los cuáles aún se mantienen algunos–, llevándose a cabo hasta 1757 las obras de reconstrucción de los graves deterioros que se habían producido en la totalidad de las estructuras, y especialmente urgente era la consolidación de la torre como elemento más afectado. Tras el paso por la parroquia del maestro de obras Tomás Sambrano y el parecer de los alarifes de las villas de La Campana, Osuna y Écija, la fábrica parroquial nombró director de las obras al fontaniego Alonso Ruiz Florindo, el cuál rehizo la torre alternando distintos cuerpos geométricos y añadiendo estípites y azulejería policroma [13]. «Se hicieron obras de reconstrucción en la parroquia, que se cifraron en 15.000 reales de vellón, embargándose para ello algunos bienes y rentas de fábrica mediante certificación jurada que expidió Alonso Ruiz Florindo, maestro alarife» [14].


En lo que se refiere a campanas, las obras que continuamente se venían llevando a cabo no guardaban relación alguna con la incorporación de éstas.
El 25 de febrero de 1675, el maestro campanero Francisco Solano otorgó carta de pago de 180 reales de «una campana nueva para la iglesia» [15] contando ya la torre con tres campanas, y en 1678 se incorpora una cuarta, de vuelta y que tuvo un coste de 1.880 ¿ducados? [16].
Estas cuatro campanas aparecen de nuevo en 1741, donde se sabe que de las cuatro, tres eran de lengüeta y la restante servía de reloj.
Además de éstas, se posee documentación de fundiciones de campanas, todas bajo el patrocinio de la extinguida Hermandad de San Pedro en los años 1752, 1775, 1784, 1793 y 1801.
En la actualidad, los ocho huecos para campanas que posee el campanario, dos a cada cara, se hallan ocupados por seis campanas ordinarias, una para reloj y una matraca, denominándosele de la forma siguiente:
En la cara este (C/ Marquesa de Estella): Santa Ana, que es la del reloj, y San Pedro, de 1802 y ejecutada por el campanero Francisco Fernández.
En la cara norte (Plaza Santa María la Blanca): Matraca –cruceta de madera con martillos de metal que daba vueltas sobre sí mismo y servía para llamar a los fieles a los oficios de la Semana Santa–, que fue adquirida en 1816 por un coste de 907 reales [17], y San Sebastián, obra del maestro fundidor D. Miguel de los Reyes en 1741 [18].
En la cara oeste (C/ Fernando de Llera): Una sin nombre y Santa María la Blanca, que es la mayor y en la actualidad está cascada. Es fruto de la fundición de dos campanas viejas siendo cura D. Juan Bautista Jiménez Barros a finales del XIX, según inscripción que posee.
Y por último, en la cara sur (Patio del Sol): San José, de 1844. y Ave María.
Bajo el cuerpo de campanas se halla la maquinaria del reloj, de propiedad municipal, y en el extremo superior la torre posee una cruz de metal, de la que sale un pararrayos que se instaló en 1905 [19].

NOTAS:
1) A(rchivo) P(arroquial) de F(uentes). Inventario Parroquial de 1577. Folio 165.
2) A(rchivo) H(istórico) M(unicipal) de F(uentes). Libro de Actas Capitulares de 1578-90. Cabildo del 8 de septiembre de 1586.
3) Moneda española que equivalía a la séptima parte de un real de plata, equivaliendo este último a veinticinco céntimos de peseta.
4) Peso antiguo de Castilla, dividido en 16 onzas y equivalente a 460 gramos.
5) AHMF. Libro de Actas Capitulares de 1578-90. Cabildo del 8 de mayo de 1589.
6) AHMF. Libro de Actas Capitulares de 1578-90. Cabildo del 18 de junio de 1589.
7) APF. Inventario Parroquial de 1626. Folio 188.
8) APF. Libro de Cuentas de Fábrica de 1672. Cuentas de 1681.
9) APF. Libro de Cuentas de Fábrica de 1734. Folio 58.
10) APF. Libro de Cuentas de Fábrica de 1734. Folio 119.
11) APF. Libro de Cuentas de Fábrica de 1734. Visita 22 de enero de 1748. Folio 624 vº.
12) APF. Libro de Cuentas de Fábrica de 1711. Folio 162.
13) OLLERO LOBATO, QUILES GARCÍA: Fuentes de Andalucía y... Págs. 50 – 78.
14) APF. Libro de Cuentas de Fábrica de 1752. Folio 108.
15) APF. Libro de Cuentas de Fábrica de 1672. Cuentas de 1675.
16) APF. Libro de Cuentas de Fábrica de 1678. Cuentas de 1681.
17) APF. Libro de Cuentas de Fábrica de 1808. Folio 109.
18) APF. Libro de Cuentas de Fábrica de 1734. Folio 471 vº.
19) APF. Libro de Cuentas de Fábrica de 1900. Folio 12 de 1905.



miércoles, 16 de noviembre de 2011

CONTENIDO DEL LIBRO: «Fuentes de Andalucía, una mirada al pasado» Tomo I


En la Oficina Municipal de Turismo de Fuentes de Andalucía sigue a la venta la tercera edición del libro “Fuentes de Andalucía, una mirada al pasado” (Tomo I), cuyo contenido desglosamos en la presente entrada.

LA VILLA DE FUENTES EN LA HISTORIA
Presencia humana. De la Prehistoria a la Reconquista
Los Cerros de San Pedro
Obúlcula
La Reconquista y los Repartimientos. Las primeras citas del lugar de Fuentes
El Señorío de Fuentes
La Monclova
El asentamiento urbano. Del siglo XVI a nuestros días
¿Y por qué se llamó Fuentes?
La villa vista por visitantes y descrita en libros antiguos

ARQUITECTURA Y URBANISMO
La trama urbana
Fuentes, a vista de pájaro
Casas palacios y otros monumentos
Iglesias, Conventos y Ermitas
Callejeando por Fuentes
El patrimonio perdido

EDUCACIÓN
La educación en Fuentes en los últimos tiempos
Los Colegios «Santo Tomás» y «Santa Teresa»
Colegio Libre Adoptado «San Sebastián»
El colegio de las Hermanas de la Cruz
Los Salesianos y el Patronato «Santa Ana»
Otros centros educativos

FIESTAS Y DIVERSIONES
Ya vienen los Reyes
Jueves Lardero y carnavales
Semana Santa
De Romería
Velá del Carmen
Fiesta de la Ermita
Al son de la música
Jugando a la pelota
De los paseos y otras diversiones

RELIGIOSIDAD
Mi Primera Comunión
El día del Señor
En el país de la Cruz
La devoción al Crucificado del Calvario
Visita de la Virgen peregrina de Fátima

COSTUMBRISMO
La vida del día a día. Tradiciones y costumbres del ayer
En el campo, de sol a sol
Comerciantes, taberneros y otros oficios

PERSONAJES
Armero, marino y político del siglo XIX (1803-1866)
Fernando de Llera y Díaz (1840-1912)
Celia Méndez, fontaniega de Dios (1844-1908)
José Ruiz-Castizo Ariza (1857-1929)
Manuel Muñoz Conde (1883-1956)
José Rodríguez Escobar (1892-1986)
Andrés Molina Moles (1911-1993)
El Niño de Fuentes de Andalucía (1915-1996)

MISCELÁNEO
El ferrocarril
La fiesta de la victoria
La de 1954 y otras nevadas

Estamos trabajando para intentar que el tomo II de este magno proyecto vea la luz en el verano de 2012. Todas las personas que quieran contribuir, pueden enviar sus fotografías escaneadas a la dirección de correo electrónico que aparece al margen.
Si no dispusiera de medios para su digitalización, nosotros nos encargaríamos de ello.

domingo, 11 de septiembre de 2011

"AURORA NOSTRA" DISPONIBLE EN PDF


Pinche sobre la imagen y podrá descargar mi última publicación, que bajo el título "Aurora Nostra" ve la luz prologada por el profesor Carlos Romero Mensaque, gran conocedor de la religiosidad popular andaluza y el fenómeno rosariano.
La obra acoge el texto literario de la Felicitación a Nuestra Señora de la Aurora 2011 y una crónica histórica de la devoción al Rosario en Fuentes de Andalucía, que data de 1573, y a la advocación propia de la Aurora, cuya cofradía local fue fundada en el año 1700.



También en el siguiente enlace podrá leer una crónica del acto de la Felicitación celebrado en la Capilla de la Virgen de la Aurora la noche del 7 de septiembre de 2011.

sábado, 6 de agosto de 2011

LA PILA DE SANTA MARÍA LA BLANCA

A partir del siglo XV los obispos, por sí mismos o por los delegados nombrados por ellos, giraban una visita anual de inspección a todas las parroquias de sus respectivas diócesis. En ella comprobaban el estado material de las iglesias y su patrimonio mueble e inmueble, la actividad pastoral, la gestión económica y daban instrucciones llamadas “mandatos” para remediar los defectos que hubieran observado durante su visita.
Los resultados de estas inspecciones se conservaban por escrito en los archivos parroquiales, y en el caso propio de Fuentes de Andalucía en el Archivo Parroquial de Santa María la Blanca, en los llamados Libros de Mandatos de Visita, donde se dejaba constancia mediante acta de lo visto por el inspector y las recomendaciones formuladas, a fin de garantizar su cumplimiento, y que junto a los Libros de Cuentas de Fábricas son una fuente inagotable de datos históricos.
De este modo, el arzobispo de Sevilla D. Jaime de Palafox y Cardona cursó visita a la Parroquia de Fuentes en 1687, y en sus mandatos fechados a 7 de noviembre del citado año, dicta “que la pila bautismal se haga de piedra jaspe [1] o mármol y en medio de ella se haga una taza de la misma materia que tenga como media vara en círculo y en medio un sumidor por donde se consuma el agua que caiere de la cabeza del bautizado y se tape el sumidor con botón de piedra para que no salgan inmundicias a la taza”, así como “que en la testera principal de la capilla del Bautismo se pinte en la pared, o en lienzo el bautismo de Ntro. Señor” [2].
El Vicario de Fuentes, D. Sebastián de Góngora y Gutiérrez, fiel a las directrices del ordinario del lugar, acató tal mandato y en los años sucesivos procedió al encargo y ejecución de la nombrada pila, que desde finales del siglo XVII se conserva en la Capilla del Baptisterio de la Iglesia Santa María la Blanca, templo que por su carácter de parroquial era el único autorizado en la villa para poseer tal recipiente en el que los recién nacidos habían de recibir el sacramento del Bautismo.

“Y se puso en su sitio y lugar viernes diez y seis días del mes de noviembre de este presente año de mil seiscientos noventa y uno, y se echó la primera agua en lunes diez y nueve de dicho mes y año, la cual bendijo el dicho vicario con toda solemnidad, hallándose en dicha bendición todo el clero de dicha iglesia” [3].
Clerecía que estaba conformado por D. Alonso Pilares y Atoche, Comisario del Santo Oficio y Mayordomo de la fábrica de dicha iglesia, los curas del templo D. Francisco Páez Cordero, D. Pedro de Ostos, D. Andrés Gamero, D. Luis Conde y Ostos y D. Gabriel Antonio de Ostos Tamarit; D. Fray Gonzalo de Tejada, de la Orden del Sr. San Antonio Abad; Luis de Lora, sacristán mayor; José García de Atoche, clérigo de menores órdenes y sacristán menor y Justo Parejo Buenos Años, organista. Faltaron del clero por estar ausentes el cura beneficiado D. Gonzalo de Torres y Mantilla, el presbítero D. Antonio Cid y Aranda, D. Antonio de León Carmona, cura de la villa de La Monclova y Mn. Ruiz, clérigo de menores órdenes.
La piedra de jaspe con la que se realizó la citada pila provenía de una cantera localizada en el cortijo del Pozo Amargo, en el término de la villa de Morón, corriendo a cargo del maestro de cantería y vecino de la ciudad de Écija Blas Martín las tarea de obtener la piedra de la cantera y labrarla, cuyo coste total ascendió a mil cien reales de vellón (ochocientos por extraer la piedra y labrarla y los restantes trescientos por su traída y colocación), “los cuales se juntaron de limosna entre los vecinos de esta dicha villa de Fuentes tan solamente pedidos dentro de esta” y recogida por el Vicario y otros eclesiásticos.
Se tiene constancia que con piedra de la misma cantera de Pozo Amargo el cantero moronense Antonio Martín labró las pilas bautismales de las iglesias de San Pedro y San Bartolomé de la ciudad de Carmona, según contrato firmado en 1692 [4], en fecha posterior a la ejecución de la pila de Fuentes.
Como dato curioso, y a pesar de encontrarse pendiente de ejecución y colocación la nueva pila por mandato del Obispo desde 1687, la rotura de la primitiva el 21 de febrero de 1690 provocó el inmediato acatamiento de las directrices exigidas desde 1687 en la visita del prelado.
La antigua era una pila de barro vidriado verde que llamaban “la pila verde”, la cual quebró en la fecha citada “un monacillo llamado Luis de Vergara casualmente al quitarle la tapa dicho día veintiuno de febrero dicho año [1690], para hacer un bautismo, y desde este dicho día hasta el que se puso la pila de jaspe encarnado sirvió de pila de bautismo una pileta de mármol blanco que está junto al coro sobre el pie de la pila verde quebrada”.
Al término del citado acto de bendición, “en acción de gracias a Dios Ntro. Señor y a la gloriosa siempre Virgen María se cantó solemne-mente un Te Deum Laudamus con la oración Pro Gratiar Actione de Ntra. Señora por haberla librado de todo riesgo y peligro al quebrarse”.
Del mismo modo, la jerarquía eclesiástica local, siguiendo los mandatos de visita, encargó e instaló en la capilla del Baptisterio en la misma fecha un cuadro de lienzo representando a San Juan Bautista bautizando a Cristo en el Jordán, obra pictórica que afortunadamente también se conserva en la actualidad.
Cinco días después de la bendición de la nueva pila, el martes 20 de noviembre de 1691, el niño Antonio José, hijo de Juan Rodríguez de León y Josefa Gascón [5] era el primer fontaniego que recibía el sacramento del Bautismo en dicha pila, que durante más de tres siglos ha sido vínculo de unión común para todos los nacidos en esta tierra, sin distinción de clases ni condiciones, desde gente humilde y trabajadora hasta grandes en la historia de España que ha dado Fuentes durante las últimas centurias.
Hay que tener en cuenta que la ubicación original de la pila en cuestión no era la actual capilla del Baptisterio, situada a los pies del templo en la segunda nave del Evangelio y construida en el siglo XVIII. Concretamente la obra de la citada capilla se aprobó por decreto el 13 de marzo de 1764, según los diseños y presupuestos del maestro alarife Alonso Ruiz Florindo, cifrándose las mismas en 18.064 maravedíes y por la que se otorgó carta de pago el 23 de agosto de 1765 [6].
En los últimos años del siglo XIX, procedente de la primera nave de la Epístola, se instaló en la capilla un recompuesto retablo de banco neoclásico, presidido por un lienzo de grandes dimensiones de la Coronación de la Virgen con pinturas de San Juan Evangelista y Santiago Apóstol en las calles laterales, pasando el cuadro del Bautismo del Señor a un lateral de la capilla.



NOTAS:
1) JASPE: (Del lat. iaspis, y este del gr. ἴασπις). 1. m. Piedra silícea de grano fino, textura homogénea, opaca y de colores variados, según contenga porciones de alúmina y hierro oxidado o carbono. / 2. m. Mármol veteado.
2) (A)rchivo (P)arroquial Sta. Mª la Blanca de (F)uentes de Andalucía. Libro de Mandatos de Visita.
3) A.P.F. Libro 11 de Bautismos. Folio 151 y 151 vº.
4) MIRA CABALLOS, Esteban y DE LA VILLA NOGALES, Fernando: Carmona en la Edad Moderna. Muñoz Moya Editor, 1999. Pág. 207.
5) A.P.F. Libro 11 de Bautismos. Folio 152.
6) APF. Libro de Cuentas de Fábrica, año 1762, folio 70.

VA POR USTED, MAESTRO


¡Que la vida continúa
en los seres que alumbró!
¡Que las obras no perecen,
Siempre queda su valor!
¡Que tu cuerpo ya no está
mas tu alma permanece!

Hoy quisiera, amigo don Juan, escribir los versos más sentidos, las más afligidas estrofas que surgen del alma del poeta, si es que yo fuera poeta. Mas como no lo soy, le pido prestado a Vd. sus propios versos para encabezar este mínimo -y obligado para mí- recuerdo a su persona, los mismos que dedicara a su fallecida esposa en la Revista de Feria de 1998.
Con su sentido deceso, el pasado 26 de noviembre de 2010, se extingue la luz de un hombre que seguirá dándonos lecciones más allá de su partida y que instruyó a varias generaciones de escolares de Fuentes de Andalucía.
La suya es la figura del maestro vocacional por antonomasia, de ahí mi atrevimiento a encabezar mis palabras en términos taurinos, con un título cargado de la estima que sentía por la persona de don Juan.
No quiso el medio siglo exacto que nos separaba en edad ser un impedimento para poder fraguar entre ambos una sincera amistad sostenida en el amor de uno y otro por las cosas de este pueblo, en la pasión por la escritura y en la sensibilidad de dedicar parte de nuestro tiempo a hacer algo por los demás a través del tejido social de la localidad, y que acrecentamos durante la implicación de ambos en el proyecto digital de lafima.es.
Quizás no sea mi persona la más apropiada para realzar su figura en estos tristes momentos, pero mi conciencia no quedaría tranquila si así no lo hiciera, a sabiendas de que don Juan no era muy afecto a los reconocimientos públicos.
Único hijo de un matrimonio humilde, sus padres aunaron esfuerzos en la difícil década de 1940 para que aquel chiquillo con inquietudes pudiera llegar algún día a ser un hombre de provecho y dotarlo de medios para la obtención del título de Maestro Nacional.
Tal fue su vocación por la docencia, que incluso antes de llegar a tener terminada la carrera comenzó a dar clases como “idóneo” en las recientes Escuelas Parroquiales, que vinieron a cubrir la vacante dejada tras la marcha de los Padres Salesianos de Fuentes en 1948 y que se situaron en las mismas instalaciones del Patronato “Santa Ana”.
Crea en la calle San Miguel, junto a su amigo y compañero Paco Urbán, la Academia “Cervantes”, donde por iniciativa privada preparaban a los discentes en materia de ciencias y humanidades para el bachiller; dándose casos en los que a algunos alumnos aventajados cuyas familias no disponían de recursos económicos les impartió clases de forma altruista.
En 1957 don Juan opta a una plaza de Maestro Nacional por concurso de oposiciones, obteniendo la misma. Una profesión que impartió de manera ininterrumpida hasta su jubilación en 1995 y que compaginó con innumerables iniciativas relacionadas con la cultura y la educación en la vida del día a día de Fuentes de Andalucía.
A lo largo de su dilatada vida, y entre otras muchas ocupaciones llevadas a cabo con una vocación extrema, fue profesor en el Instituto Libre Adoptado “San Sebastián”, creador del comedor escolar municipal, maestro y director de la Escuela de Iniciación Profesional “Santa Anta”, primer director de la Escuela Hogar “Santa Ana” y finalmente maestro y director del Colegio Santo Tomás de Aquino durante lustros.
Por sus funciones dentro del ámbito educativo y cultural, en los periodos 1958/1961 y 1964/1971 fue Concejal del Ayuntamiento de Fuentes de Andalucía por el tercio de entidades corporativas, periodo en el que preside el Círculo Cultural “San Sebastián”, tras la reconstrucción del antiguo edificio del Hospital de la Caridad e Iglesia de San Sebastián para su uso como centro cultural.
Durante la transición española, don Juan fue uno de los principales valedores de los ideales andalucistas entre la población fontaniega, lo que le llevó a presentar su candidatura a Alcalde de Fuentes de Andalucía por el PSA-PA (Partido Socialista Andaluz – Partido Andalucista) en las primeras elecciones democráticas acontecidas en 1979, siendo concejal de la primera corporación municipal de la democracia bajo la presidencia de Sebastián Martín Caro. Un acta al que renuncia al año siguiente, en septiembre de 1980, en favor de su compañero Francisco Moreno Valladares.
Dentro de las múltiples acciones, en la década de 1980 fue uno de los impulsores de la desaparecida Asociación “Amigos de Fuentes”, creada para la catalogación y difusión del patrimonio artístico, cultural, histórico, medioambiental y arqueológico fontaniego, así como lideró en 1993 el proyecto de creación de la Asociación Musical Fontaniega, germen de la actual Banda de Música “Fuentes de Andalucía”.
De pluma prolífica, amante de la lectura y la escritura, su prosa y su poesía eran comunes en todas las publicaciones de carácter local, habiendo formado parte del consejo de redacción del periódico “La Firma” con trabajos permanentes tanto durante la etapa en papel como digital.
Pero si hoy traigo su recuerdo a estas páginas, es principalmente para destacar su papel como decano de esta tradicional Revista de Feria que cada año ve la luz en las vísperas de la fiesta. Y es que ya en la década de 1950 la firma de Juan Ruiz aparecía en las páginas de esta publicación.
Nos dejó en las hojas del “libro” de Feria una abundante producción literaria que inició con el texto “A don Francisco Rodríguez González, maestro nacional, y alma y vida de la Feria” (1956) bajo la firma seudónima de “un fontaniego”; “Breve historia de Fuentes” (1959) junto a Francisco Javier Urbán Fernández; “La Feria en el mundillo infantil” (1962); “Llamada” (1963) dedicado a los entonces recientes emigrantes fontaniegos; “Realidades o… veinticinco años de paz” (1964); “Breve resumen de la historia de las obras iniciales de la construcción de las Casas Consistoriales de Fuentes de Andalucía (Sevilla)” (1967); “Carta abierta a Teodoro Herce, alma y esfuerzo de nuestra Feria” (1969); “Ensayo” (1973), sobre la cita de Fuentes y La Monclova en “El Diablo Cojuelo” de Luis Vélez de Guevara; “La emigración” (1987), poesía junto a la que hace constar que fue compuesta en agosto de 1972 y no publicada “por razones obvias, propias de la política de aquel tiempo”; “Razones y reflexiones sobre retazos de historia de nuestra villa” (1988); “¡Cumpleaños feliz! En el centenario de la Feria” (1990); “Algo de Historia. Fuentes en la Edad Media. Origen de su término municipal” (1993); “El Noveno de Fuentes” (1994); ¿Por qué el nombre de Fuentes? (1995); “Las Ferias de antes” (1996); “A mi esposa muerta” y “Son Hermanas de la Cruz” (1998); “Cinco palmeras” y “Crónicas en imágenes” (1999); “Fueron cinco palmeras”, “The people of the plain (La gente de la campiña)” y “Otros tiempos” (2000); “Torres iluminadas de mi pueblo” (2001); “Ya solo es recuerdo” (2003); “Visiones con adelanto” (2004); “La Feria es como un sueño sin final” (2005); “La Feria… y sus momentos” y “Mi primer programa de las Fiestas de la Ermita” terminando con la poesía “Y fue… hace 62 años” (2006); “Epístola a mis paisanos fontaniegos. A los 50 años de mi ingreso en el cuerpo de maestros” (2007) y “Juego de Sonetos de Feria” (2009), su última obra para la revista de Feria en el que a modo de introducción tuve el honor de escribir:
“Si cualquiera tiene la suerte de conservar en algún viejo cajón de una cómoda o en una lata con solera de carne de membrillo viejas revistas de ferias, encontrará ya en los programas de la década de 1950 la firma de nuestro querido don Juan, maestro de profesión con toda una vida dedicada a la docencia en las escuelas y centros educativos de Fuentes de Andalucía.
Fontaniego y “fontanieguista” como amante de las cosas de su tierra, apasionado de la historia local, buen narrador y mejor redactor, en estos últimos años nos está deleitando con una serie de creaciones poéticas hechas con el saber que le atesora como conocedor de este estilo literario.
Un excelente juego de tres sonetos en los que Juan Ruiz, el escritor más veterano de esta tradicional publicación, refleja su visión de la Feria a través de las distintas etapas de su vida”.
Con la presente, se cumplen ya quince años de mi primera colaboración en este publicación, justamente la mitad de mi vida, y cada uno de los textos que durante estos tres lustros he ido aportando han sido revisados y analizados cuidadosamente en compañía del que fuera el más veterano colaborador literario de la Revista de Feria, cuya notable ausencia nos hará meditar, aún más si cabe e invadidos de nostalgia, en la valía de esta humilde y sencilla persona.
Y vengo a concluir este recuerdo con las palabras y sentimientos que utilicé en la Revista de Feria de 2004 para dedicarle mi colaboración de aquel año bajo el título “La Revista de Feria, de los años 40 al siglo XXI”.
“A mi entrañable amigo don Juan Ruiz, valedor y apóstol de la enseñanza reglada en Fuentes durante el último medio siglo, amante de las cosas de su pueblo y sus tradiciones, defensor de su historia y su patrimonio. Un libro abierto con multitud de pequeños y curiosos detalles, de historia viva; una voz de sabiduría”.
No he perdido un amigo, he ganado un aliado que en mi final esté a mi lado para mostrarme el camino. Algún día nos encontremos y seguiremos con nuestros agradables ratos de tertulia.

miércoles, 15 de junio de 2011

NOMBRAMIENTO DE FELICITADOR A LA VIRGEN DE LA AURORA 2011


El pasado 13 de junio, en el transcurso de la Eucaristía que el Grupo de Fieles de Nuestra Señora de la Aurora -celebraba en la Capilla de la Virgen- dedicaba a San Antonio de Padua con motivo de su festividad, se hizo público mi nombramiento como Felicitador de la Virgen en la edición de 2011.
Un acto de exaltación en el que me preceden dos buenos amigos de mi Tertulia Cofrade «El Sahumerio», Javier Cantalejo y Chema Rodríguez, y que viene a celebrarse tradicionalmente la noche del 7 al 8 de septiembre, en el momento que las manecillas del reloj marcan las 12 y comienza la festividad litúrgica de la Sacrosanta Natividad de la Bienaventurada Virgen María, onomástica de Nuestra Señora de la Aurora.
Una designación que recibo con entusiasmo y sumo agradecimiento a quiénes han depositado en mi persona su confianza y me han honrado con tal privilegio, y de la que tuve conocimiento de una manera singular y muy especial para mí. Fue ante mi bendita Madre Auxiliadora, en la mañana clara de su romería, cuando los romeros emprendíamos la bajada hacia la Fuente de la Reina.
Desde aquí solo puedo mostrar mi más sincera gratitud y alegría, y tal como expresé en mi Pregón de la Semana Santa de Fuentes de Andalucía, espero contar con la bendición de Dios y que el Soberano me otorgue “la facilidad necesaria para que lo que reboza de mi corazón, pueda ser expresado por mi boca”.
Y cuando llegue el momento, sin ser digno de ello, me pueda situar a las plantas de Santa María de la Aurora y mi parca ofrenda de palabras de fe sirvan para gloriar a la Madre de Dios en el inicio de su fiesta, haciéndolo con la seguridad que Ella me pueda otorgar y la rotundidad, sin titubeos, de las palabras de San Pablo, cuando afirmó: “creo, por eso hablo”.

MI LIBRO, TAMBIÉN A LA VENTA EN LA LIBRERÍA CÉFIRO, EN SEVILLA

lunes, 16 de mayo de 2011

DE LA HISTORIA DE LA ROMERÍA DE MARÍA AUXILIADORA DE FUENTES DE ANDALUCÍA

La huella que dejaron los Salesianos en los 19 años que desarrollaron su labor en Fuentes de Andalucía fue muy honda. Con su menester, su magisterio, su labor educadora… inculcaron fuertemente en las familias fontaniegas la devoción y el amor a María Auxiliadora, la Virgen de don Bosco.
Y aunque la marcha de Fuentes de Andalucía de la congregación se produjo en 1948, la primera Romería no se celebraría hasta 30 años después. Era el fruto de la semilla sembrada por los discípulos de San Juan Bosco que germinaba en los centenares de antiguos alumnos que habían pasado por aquellos pupitres y aquel teatro de la calle Convento.
Tras la clausura del colegio y la casa salesiana, los alumnos continuaron celebrando cada año un Triduo en la fecha de la fiesta de la Virgen, el 24 de mayo, y en ciertas ocasiones procesión con la imagen de María Auxiliadora. En 1970 estos cultos dejan de celebrarse por la ausencia de un gran número de antiguos alumnos en el pueblo pero, en 1974, se recupera nuevamente el Triduo y la Procesión de la Virgen cada 24 de mayo, siendo cada vez más numerosa la presencia de fieles en dichas celebraciones.
En el apogeo de los actos y el fervor resurgido, y con el trasfondo de romerías que van ganando popularidad en pueblos cercanos, en el transcurso de 1977 un grupo de jóvenes llegan a solicitar al párroco, don Ramón Díez de la Cortina, la celebración de una romería en Fuentes de Andalucía, decidiendo éste que lo más propicio es que dicha romería sea celebrada en honor de María Auxiliadora, debido a lo extendida que se encuentra la advocación en el pueblo.
De este modo, los promotores se ponen en contacto con un grupo de antiguos alumnos y el proyecto tomó cuerpo y se hizo realidad. Era la primera romería, con pocos medios pero con mucha ilusión, hasta el punto de que incluso la imagen tuvo que ser prestada por la vecina Pepita García Rigalt, debido a que la efigie existente en el Convento y que llegó a Fuentes con los Salesianos era inapropiada por su gran dimensión.


El domingo 28 de mayo de 1978, entre un gran ambiente festivo y fervorizado, el pueblo entero se desplazó junto a la Carreta de la Virgen a un chaparral de la finca del Castillo de la Monclova, que el Duque del Infantado había cedido para la ocasión, en numerosas carrozas, a pie, a caballo… y al llegar al lugar elegido celebraron la Misa de Romeros.
En 1980, con las aportaciones del pueblo se adquiere una imagen de mayor tamaño y se estrena del mismo modo una carreta propia, donada por el Duque. A partir de este año, y de manera alterna, unas veces la romería se celebra en los chaparros y otras en los eucaliptos, éstos últimos a mayor distancia del pueblo y teniendo que atravesar para llegar a ellos la entonces carretera Nacional IV.
En los primeros meses de 1981, antiguos alumnos y organizadores de la romería se reúnen con objeto de constituir la Hermandad de María Auxiliadora, elevando solicitud a la Vicaría General del Arzobispado de Sevilla de la que reciben autorización provisional.


En 1982 se celebra por primera vez el Pregón, que con la excepción de 1983 tiene lugar cada año en las vísperas de la fiesta de la Virgen, así como en 1985 se organiza la primera Procesión Infantil y Ofrenda de Flores.
En estos años de romería en la finca del Castillo, hubo ediciones en las que se llegaron a contabilizar más de un centenar de carrozas bellamente exornadas que engalanaban considerablemente el cortejo en su discurrir y que desde el “Pozo la Reja” hacían cola para guardar orden tras la carreta de la Virgen.
Emotivo fue para los romeros el año 1987, en el que tras nueve años en el Castillo la Romería cambiaría de ubicación, pasando a celebrarse, aunque solo por este año, en el paraje conocido como “El Torrejón”, junto a la carretera de Travieso, así como la Misa de Romeros deja de tener lugar a la llegada al campo para celebrarse en la Plaza Santa María la Blanca antes de la salida.
Siguiendo el relato del continuo proceso de cambio, el 24 de abril de 1988 el pueblo recibió en la Cruz “Juan Caro” la imagen “sentaíta” de María Auxiliadora, que desde entonces preside la la romería que se celebra en la Vereda de la Fuente de la Reina.
En este paraje, tras la petición de la Hermandad, el Ayuntamiento destina la finca de su propiedad del “Molino de Viento” a la creación de un parque rural acotado y la construcción de una Ermita dedicada a la Virgen, todo ello asumido con fondos municipales. Capilla que es entregada a la Hermandad y bendecida el 24 de mayo de 1994, presidiendo la misma desde 1995 un azulejo donado por los hermanos de la imagen de María Auxiliadora que llegara a Fuentes con los Salesianos en 1929.
Cada año, el mes de mayo, mes de María, en Fuentes tiene un nombre propio, y no es otro que María Auxiliadora. Las calles de engalanan de celeste y rosa, y centenares de personas participan en los diversos actos y cultos que culminan el último domingo del mes, en el que entre el tronar de cohetes y ecos de tamboril, entre palmas y sevillanas, Fuentes se viste de gitana y monta a caballo para acompañar por los caminos de esta tierra a la Virgen de don Bosco, “primero por las calles y después por los senderos” tras el paso majestuoso que dan los bueyes, que en 2010 tiraron por vez primera de la Carreta de la Virgen tras 32 años de romería en los que el ritmo los marcó el andar de una bestia y el buen hacer de un mulero.




sábado, 26 de marzo de 2011

LA EJECUCIÓN DE LAS CAPILLAS DEL CRISTO YACENTE Y LA DOLOROSA DE LA SOLEDAD

El hecho de que una Hermandad penitencial, como es el caso de la del Santo Entierro y Nuestra Señora de la Soledad de Fuentes de Andalucía, dispongan de las capillas de sus respectivas imágenes Titulares en dos templos distintos, no deja de ser una situación curiosa, que encuentra su raíz en la fusión a fines del siglo XIX de dos cofradías distintas, establecidas en la Iglesia Parroquial y el Convento de Mercedarios respectivamente.
El 7 de abril de 1893, la autoridad eclesiástica promulgó una serie de reglas para los actos públicos de las cofradías de Semana Santa de la villa de Fuentes, en las que reflejaba que las hermandades del Santo Entierro y la Virgen de la Soledad realizaran juntas su recorrido en la tarde del Viernes Santo, aunque se tratara de dos corporaciones distintas, desde las 7 de la tarde hasta las 11 de la noche, acompañando a la urna del Santo Entierro cuatro sacerdotes.
Vistas las circunstancias de cada una de las corporaciones, que durante los últimos años habían venido celebrando su estación de penitencia unidos, el 15 de abril de 1895 ambas celebran cabildo conjuntamente y deciden fusionarse y hacer de sus cofradías una única hermandad.
La fundación de cada una de ellas se estima sin certeza en el siglo XVIII, pues no se poseen datos documentales concretos en los que podamos estudiar a fondo tal hecho histórico.
En el caso del culto al Señor del Santo Entierro, desde el siglo XVI se venía realizando el descendimiento de la Cruz con ámbito meramente parroquial, sin contar con una corporación constituida al efecto. Del mismo modo, surge la devoción a la actual efigie de Nuestra Señora de la Soledad, cuya ejecución, en la década de 1770, fue previa a la organización como tal de una cofradía.
En el presente estudio, vamos a adentrarnos en el hecho y circunstancias de la ejecución de cada una de las capillas de los titulares de la Hermandad, situadas en la Iglesia Parroquial, la del Santo Entierro, y en el Convento de San José, la de la Virgen de la Soledad.

Sepulcro del Santo Entierro de Cristo


Este altar, de características físicas peculiares, se abre en el muro lateral izquierdo de la Capilla de Nuestra Señora del Rosario de la Iglesia Parroquial Santa María la Blanca, situada a los pies del templo de la primera nave del Evangelio y colateral a la Capilla Mayor.
Se trata del principal edificio religioso de la villa, cuya construcción se inició en la segunda mitad del siglo XVI, sufriendo importantes mejoras y ampliaciones durantes las centurias de 1600 y 1700.
Por escritura otorgada ante el escribano público Juan de Moya por el «cura de la Iglesia mayor de la villa de Fuentes y mayordomo de la Fábrica de ella»[1] Juan Caro, en virtud de licencia del Provisor y Vicario General del Arzobispado de Sevilla, el 9 de junio de 1573 don Álvaro de Fuentes y Guzmán, Señor de Fuentes, obtuvo licencia para levantar bajo su mecenazgo una capilla dedicada a la advocación mariana del Santo Rosario, con tribuna propia abierta hacia la Capilla Mayor, desde donde la familia del Señor asistía a las celebraciones litúrgicas.
Esta tribuna es el lugar físico que desde 1842 alberga, a modo de altar, la urna e imagen del Cristo Yacente que nos ocupa.
Concretamente, el 21 de enero del citado año, ante el escribano público Antonio García, compareció Sebastián Carmona el mayor, vecino de Fuentes, que «en unión con otros devotos han construido a sus expensas un sepulcro nuevo para colocar en él el Santísimo cuerpo de Nuestro Señor Jesucristo, y queriendo darle el debido culto y veneración han determinado colocarlo en un altar en la Iglesia Parroquial de esta villa, y habiendo reconocido ésta no se encuentra otro sitio proporcionado para dicho efecto más que un hueco que está en la pared medianera de la Capilla de Nuestra Señora del Rosario con el Altar Mayor, cuyo sitio es y corresponde su propiedad al Excmo. Sr. Marqués de esta villa, Conde de Villanueva, por lo que determinaron hacer una solicitud a S.E. para que diese su consentimiento y licencia para colocar en dicho hueco el Santo Sepulcro, formándose un altar, y recibida dicha solicitud se accedió por S.E. según aparece de orden que al efecto se ha remitido desde Moratalla, con fecha 27 de abril del año próximo pasado a su administrador en esta villa, D. Fernando Guerrero, pero con la condición de que constare por documento que la propiedad de dicho local es suya, y solo concede el usufruto.
En cuya virtud y queriendo poner en práctica la condición con que S.E. ha concedido su permiso y licencia, para la colocación del Santo Sepulcro, en el sitio que viene designado... ...habiéndose conseguido el consentimiento de la Hermandad de Nuestra Señora del Rosario, para que la servidumbre del altar se tenga por su capilla»[2].

Capilla de Nuestra Señor de la Soledad


Situada a los pies del templo, en el lado de la Epístola, de la Iglesia de San José del desaparecido Convento de los Padres Mercedarios de Fuentes de Andalucía, poseía un retablo barroco de talla dorada del último cuarto del siglo XVIII, con hornacina central para la titular, que víctima de innumerables daños por carcoma se desprendió en el transcurso de unas obras acaecidas en la capilla en marzo de 2001, quedando totalmente destrozado, a excepción del ático, que se conserva en su emplazamiento original sobre una hornacina de moderna factura.
La casa y reducida capilla de los padres Mercedarios se abría solemnemente al culto el 10 de junio de 1608, comenzándose a construir la iglesia actual durante el gobierno del padre comendador fray Alonso de la Concepción, que rigió el Convento desde 1610 a 1616, dejando terminado el cuerpo de la nave y restando la fábrica de la capilla mayor, que hubo de demorarse un periodo de años considerable por impedirlo la inmediata casa-residencia de los religiosos.
Hasta 1737 no se dedicaría solemnemente el templo, aunque a lo largo del siglo XVIII sus diversas capillas fueron objeto de innumerables intervenciones bajo patrocinios privados recibiendo a cambio las familias beneficios en el momento del fallecimiento de éstos.
Enterrar a los difuntos en el suelo del interior de las iglesias o en las cercanías de éstas era la costumbre de la época, pero las continuas epidemias que tal hecho avivaban provocó que a principios del siglo XIX se prohibiera totalmente tal práctica y proliferaran los cementerios en lugares distantes de los núcleos habitados.
De este modo, el 1 de diciembre de 1774 Tomás Conde de la Peñuela obtuvo la posesión de la capilla de la Virgen de la Soledad, con objeto de que fuera su lugar de enterramiento y el de sus descendientes, mediante escritura ante el escribano público del Cabildo Gerónimo Martínez de Parga y acuerdo con la congregación mercedaria, titular del templo. A la fecha, la comunidad estaba formada por fray Juan del Espíritu Santo, preceptor en Sagrada Escritura, Comendador del Convento, fray Diego del Señor San José, Vicario, fray Miguel de Santa Bárbara, fray Juan de San Ambrosio, fray Pedro de la Merced, fray Francisco de San Antonio, Fray Francisco del Rosario, fray Francisco la Soledad, fray Fernando del Señor San José y fray Antonio Dolores, todo religiosos profesos.
En dicho documento, Tomás Conde declara: «acepto en nuestro favor y por ella recibo de este Convento la citada Capilla de María Santísima Nuestra Señora título de la Soledad para nuestros entierros y mediante esta facultad me obligo a construir su retablo añadiéndole para su perfección cinco imágenes de talla, hacerle pabellón y otros perfiles, y fenecida esta operación a dorarlo todo vistiendo a… …con la decencia debida según corresponde al misterio de Soledad, y a mantener continua… …por estar la otra mitad dorada por distinto devoto pero esta circunstancia ha de ser y entenderse sin expresa obligación, y si por devoción, a lo que alentare con particular en cargo a dichos mis sucesores, y me obligo y a mis sucesores, a que mantendremos perpetuamente con la mayor decencia y observación a S.M. su altar y capilla y quiero y consiento que en el caso de no practicarlo a mí por el mismo hecho ha de ser para perder el derecho adquirido y recuperándolo este Convento…»[3].
El citado obtuvo al mismo tiempo autorización por parte de la comunidad para colocar sobre los enterramientos loza o lápida con el correspondiente mote o inscripción que explicara la citada propiedad. Con la llegada de los Padres Salesianos en 1929, el templo de San José sufrió una serie de importantes obras de rehabilitación, entre ellas la instalación de una nueva solería, contemplando la posibilidad que dejara cubierta ésta y otras posibles lozas de enterramientos.
Años más tarde de la cesión de la capilla, el 21 de junio de 1779 Tomás Conde otorgó testamento «estando con salud pero con avanzada edad»[4], el cual comienza declarando su fe cristiana y la forma deseada para su entierro en su capilla de María Santísima de la Soledad, citando a sus hijos y nietos como herederos y mandando se digan por su alma un determinado número de misas.
Esta obligación la hizo efectiva explícitamente ante el escribano público Gerónimo Ruiz Ibañez un año más tarde, el 14 de enero de 1780, fecha en la que realiza la fundación de una Memoria de Misas, algo común en la clase media alta de la época barroca mediante lo cual el fundador, generalmente una persona acaudalada, dejaba en su testamento una cantidad de dinero o posesiones que se ponía en renta, para que con las ganancias se pagara la realización de un número determinado de misas perpetuas por la salvación de su alma.
En este documento, el citado Tomás Conde declara: «Digo que por cuanto una de las capillas de que se compone la Iglesia del Convento de religiosos Mercedarios descalzos de esta dicha villa del Señor San José lo es de la Virgen Santísima de la Soledad, la primera de mano derecha entrando por la puerta principal la que corresponde en propiedad con su bóveda y entierro de la cuál se me dio posesión el día primero del mes de diciembre del año pasado de mil setecientos setenta y cuatro, como consta de la escritura de ésta... ...celebrada por ante don Gerónimo Martínez de Parga escribano público del Cabildo de esta villa en cuyo tiempo se hallaba colocada en ella, dicha Santísima Imagen que los hermanos de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno fundada en dicho Convento y otras distintas hermandades sacaban en procesiones de Semana Santa: por esto, para que con más libertad pudiesen usar de dicha Santísima Imagen, dejé ésta a beneficio de dicho Convento y precedida la correspondiente licencia del Rvdo. P. Comendador del explicado Convento coloqué en dicha capilla e hice a mi costo otro Santísima Imagen de Nuestra Señora de la Soledad que en la actualidad se venera sin que por dicho mandamiento fuese visto el que destruía ni pretendía alteración alguna de las cláusulas que comprende la escritura de prof. Y si solo con ánimo y devoción de que éstas se descendiese en los fieles y hubiese más culto a dicha Santísima Imagen, por lo que la adorné en el modo posible de vestido, corona, lámpara de plata, y demás necesarios de la referida capilla se registra. En esta atención y en la... ... mando decir y se diga por mi alma y mis difuntos en la referida capilla los días viernes de cada mes una misa rezada deseando sea con este sufragio, hice liberado fundar memoria de dichas misas y otras de que haré relación, y poniéndole en efecto en la mejor día y forma que a ese lugar en derecho otorgo por el temor de la presente ser mi determinada voluntad que desde el día de la fecha de esta escritura perpetuamente para siempre jamás se digan en el referido convento de este sesenta misas rezadas en cada año, las cincuenta y una en la explicada mi capilla y altar de Nuestra Señora de la Soledad el día viernes de cada semana, la suya descubriendo dicha Santísima Imagen y encendiendo durante se dice cuatro luces, las nueves restantes en el altar privilegiado de Ánimas encendiendo otras cuatro luces diciéndose las tres de ellas en los días 14 de marzo, 5 de agosto y 2 de septiembre en que cumple años el fallecimiento de D. Alonso y D. Marcos Conde, mis hijos, aquí el clérigo presbítero, y de doña Elvira Muñoz mi mujer y las seis restantes en los días Señora Santa Bárbara, Señora Santa Lucía, el del Dulce Nombre de María, el del Señor San Juan Bautista, el del Glorioso Patriarca San José y el del Señor Santo Tomás Apóstol...» [5].
Este último testimonio, que también aparece en el testamento de 1779, nos corrobora la hipótesis que publicamos en 2002 en nuestro libro «Fuentes Penitente», en el que hacíamos mención a la posibilidad de que la actual Virgen de la Merced, titular de la Cofradía de Jesús Nazareno, era la primitiva efigie de Nuestra Señora de la Soledad, lo que hoy ratificamos ante el estudio de la documentación hallada.
Para evitar que la imagen de la Virgen de la Soledad fuera sacada de su capilla en Semana Santa para la procesión de la madrugada del Viernes Santo, costeó una nueva, dejando la primitiva en el Convento para su uso por la Cofradía de Jesús Nazareno.
En cuanto al personaje en cuestión, hemos podido saber que Tomás José Conde de la Peñuela se bautizó en la Iglesia Parroquial de la villa el 27 de diciembre de 1692, hijo legítimo de Alonso Conde y Lucía Martín, declarando la partera que había nacido el 21 de diciembre. [6]
Labrador de oficio y persona acaudalada, el 18 de junio de 1716 contrajo matrimonio con Elvira Muñoz, hija de Juan Muñoz Caro y Marina de Velasco[7], y fruto de dicho matrimonio nacieron cinco hijos: Alonso, que fue clérigo presbistero y falleció en vida de su padre, Juan, María, Lucía y Marcos, también difunto en vida de Tomás y padre de Tomás y Juan Conde, dos de sus nietos.
A su fallecimiento, el 4 de junio de 1780, vivía en la calle Huerta y en la partida de defunción queda reflejado que se «enterró en el Convento de religiosos Mercedarios Descalzos en la bóveda de Ntra. Sra. de la Soledad, don Tomás Conde, con el Beneficio de todo el clero, y comunidad de los referidos religiosos, tuvo encomienda, posas, vigilia, responsorios, misa cantada con sus ministros, y la asistió la hermandad de Señor San Pedro que es la mayor suntuosidad estilada en este pueblo» [8].

NOTAS:
1] (A)rchivo (H)istórico de (V)iana. Leg. 76 Exp. 004. Capellanías. Fuentes. Capilla de Nuestra Señora del Rosario en la Iglesia Parroquial de Santa María la Blanca.
2] A.H.V. Leg. 76 Exp. 003. Capellanías. Fuentes. Patronato de la Capilla Mayor de la Iglesia Parroquial de Santa María la Blanca.
3] (A)rchivo de (P)rotocolos (N)otariales de (É)cija. Sección Fuentes. Leg. 4218 fols. 505-507. 1-XII-1774. Toma de poseción de Capilla en el Convento de Mercedarios por Tomás Conde de la Peñuela.
4] A.P.N.E. Sección Fuentes. Leg. 4424 fols. 173-188. 21-IV-1779. Testamento de Tomás Conde de la Peñuela.
5] A.P.N.E. Sección Fuentes. Leg. 4425 fols. 24-29 vº. 14-1-1780. Fundación de memoria de misas por Tomás Conde.
6] (A)rchivo (P)arroquial de Sta. Mª la Blanca de (F)uentes de Andalucía. Libro 11 de Bautismos. Folio 185 vº.
7] A.P.F. Libro 4 de Desposorios. Folio 208.
8] A.P.F. Libro 17 de Defunciones. Folio 68.




En las fotografías, arriba, la primitiva imagen de la Virgen de la Soledad, hoy bajo el título de Ntra. Sra. de la Merced como titular de la Cofradía de Nuestro Jesús Nazareno.
Abajo, la nueva efigie que costeó Tomás Conde en la década de1770 y actual titular de la Hdad. del Santo Entierro.

lunes, 21 de marzo de 2011

LA VENERABLE MADRE JUANA DE CRISTO (1587-1616)


En el interior de la capilla de Nuestra Señora de la Soledad, la primera en el lado de la Epístola a los pies de la Iglesia del Convento de San José de Fuentes de Andalucía, existe una lápida sepulcral, adosada al muro derecho que limita con el cuerpo de la torre, con una inscripción latina fechada en 1616. Con casi cuatro siglos de antigüedad, el hallazgo de la traducción al castellano del texto que posee nos ha desvelado la historia de una santa mujer, llamada Juana de Cristo, cuyo cuerpo yace en el interior del muro. Este personaje histórico ha sido citado por la tradición oral fontaniega, durante siglos, como la religiosa a la que la pequeña imagen de marfil del Señor de la Salud, que aparece en la imagen, le habló diciéndole: «Hazme Grande y seré la Salud de este pueblo». Y atendiendo la petición divina, ésta marchó a la vecina villa de Marchena, donde encargó una nueva efigie del crucificado a tamaño natural que fue puesta al culto en el Convento de los Padres Mercedarios, existiendo en la actualidad ambas imágenes.

Pero, ¿quién fue Juana de Cristo?, ¿Qué dicen los anales de la historia de este personaje?


Juana de Vega, que era su nombre de nacimiento, vino al mundo en la vecina Marchena el 24 de junio de 1587, fue bautizada en la Parroquia de San Juan, de la misma villa ducal, y era hija de Francisco de Alcalá Castroverde y Ana de Vega Gallego. Su abuela materna, Isabel González Gallego era «natural de la villa de Fuentes, y de lo mejor della». Juana, piadosa desde su niñez, era la mayor de cuatro hermanos y «tenían en ella sus padres puesto su mayor amor, y afición, por haberla dotado la Divina Majestad de mucha hermosura y singular gracia en cuanto hacía». Por sufrir grandes pérdidas la economía de sus padres, en 1598 la familia pasó a vivir a la villa de Fuentes, «donde podían pasar con menos», y por la amistad que les unía con doña Aldonza de los Ríos, Señora de la villa y madre del primer marqués de Fuentes, ésta se hizo cargo de la crianza de Juana.
Vivió Juana en la casa de los Fuentes durante 7 años, hasta 1605, y tras un primer intento de entrar en religión, frustrado por los fallecimientos de doña Aldonza y de su padre, fue una tía suya la que la llevó consigo, de nuevo a Marchena, con apenas 18 años.
En dos años que «estuvo en esta casa se le ofrecieron muchos casamientos, y buenos, pero a ninguno dió oídos, porque no le inclinaba el estado del matrimonio».
Tras un nuevo intento de vivir en comunidad con unas religiosas de Sevilla que estaban a cargo de un Beaterio, murió su tía y se hospedó con una prima en la misma Marchena.Viviendo en la villa ducal, en el día de San Miguel de 1607 asistió a la celebración de dicha fiesta en la iglesia dedicada a este santo en Marchena, en la que su corazón quedó prendado ante la predicación del sacerdote, donde el orador veía excesivos el vestir de los hombres y mujeres de la época. Desde este momento, Juana rehuyó de las galas y pompas que su posición social le permitía, se puso un «vestido decente y honrado», lejos de lujos, y cambió su estilo de vida. Una existencia que cambiaría radicalmente el 25 de enero de 1608, en el que movida por unas primas para asistir a la boda de un pariente, subió a la alcoba a buscar las galas para ataviarse y oyó una voz grande que le dijo: - «¿Para qué haces esto? ¿No será mejor que trates de oración, pues en ella ha de estar tu remedio?».Ella, sobresaltada, levantó el rostro al cielo y vió a Cristo Crucificado.
Desde entonces quedó arrebata, hecha un mar de lágrimas y al bajar la vista se le presentaron todos los pecados de su vida.Tras volver en sí, se dirigió a un convento en el que los religiosos no supieron entender las explicaciones de lo ocurrido y Juana no encontró el consuelo espiritual que buscaba. Llegó a sus oídos que por Fuentes andaban dos frailes mercedarios tratando la fundación de un cenobio, por lo que emprendió camino y regresó a la villa donde residían su madre y sus tres hermanos.
Consiguió contactar con los religiosos y a partir de este momento, Juana fijó su residencia de nuevo en Fuentes y empezó a emprender relación espiritual con los padres mercedarios, en especial con fray Luis de Jesús María y fray Miguel de las Llagas, quienes se encargaron de la dirección espiritual de su alma.
De este modo, Juana fue testigo directo de la fundación de los Mercedarios en Fuentes, que tuvo lugar el 10 de junio de 1608, día en que se puso el Santísimo en la nueva casa religiosa siendo fray Miguel primer comendador del convento.
A los cuatro meses fray Miguel fue trasladado a Osuna y nombrado Comendador fray Alonso de la Concepción, al que llamaban «el de los anteojos», quién se encargó desde este momento «de los deseos fervientes que [Juana] tenía de que la encaminase a amar a Dios».
Uno de los días, de vuelta a casa tras estar orando y confesar en la iglesia del convento, dejó sus ropas, pidió a una vecina que le cortara su larga cabellera, «pusóse una estopa en la cabeza, unos zapatos rotos y un manto muy viejo» y de este modo salió por las calles más públicas de Fuentes. Al llegar a la calle Mayor se encontró con el Dr. Andrés Gamero Adalid, Vicario de la villa, quién en compañía de otros quedó admirado.
Fue Juana a la Iglesia del Convento y asistió muy contenta a las Vísperas, donde la gente no le quitaba ojo. Este día, ante el Santísimo Sacramento, hizo voto de castidad y renovó el que tenía hecho de ofrecer por las Ánimas del Purgatorio cuanto hiciese meritorio en su vida, todo ello supervisado por su padre espiritual. Pasó el día en la Iglesia y a su regresó a casa, su familia le aguardaba con indignación, por considerar que había deshonrado a su linaje.
Tal fue el alboroto en el pueblo, que hasta el propio fray Alonso de la Concepción se vio obligado a apoyarla en sus predicaciones en la Iglesia Mayor, poniendo como ejemplo a Santa Clara, San Francisco y otros santos que habían renunciado al mundo y su pompa inspirados por Dios.
De este modo, Juana fue la primera mujer de porte que en Fuentes renunció a su riqueza por Dios, y ante sus hechos, no pocos la daban por demente. Muy dada a la oración, constantemente buscaba su mortificación y humillación pública, por lo que su confesor le reprendía al hacerlo sin su autorización.Trató de tomar el hábito de la Merced y entrar en religión, pero le fue denegado por el Provincial de Andalucía, fray Hernando de Rivera, quién la había visto varias veces al pasar por Fuentes y le parecía «muy buena moza y hermoza».
Elegido nuevo provincial en mayo de 1610, el Comendador aprovechó y pidió licencia de nuevo para darle hábito de beata a la sierva de Dios, informándole de su virtud y gran espíritu. Éste aceptó y le concedió autorización con la condición de que lo tomara en secreto y no llegara a conocimiento del Padre General de la Orden de la Merced.
Así, en presencia del Comendador y el resto de la Comunidad mercedaria, del Vicario de la villa y algunos fieles seculares, tomó gozosamente un humilde hábito, basto y cocido con trapos viejos, en la tarde de la fiesta de la Natividad de San Juan Bautista de 1610, el mismo día que cumplía 23 años.
Desde entonces dejó el don y apellido de su familia y tomó el nombre de Juana de Cristo. Cuando la gente de su casa y del lugar la vieron con la nueva indumentaria la trataban como «rematada», a lo que ella respondía con paz y serenidad: - «Si esto es locura, cada uno con su tema. Yo, con la ayuda de Dios, no he de volver atrás de lo comenzado».
En vez de vestido llevaba una túnica gruesa de estameña y usaba instrumentos de mortificación como silicios o capillos para la cabeza. Su lecho era una tarima de tablas sin más ropa que una tela vieja, un palo por cabecero y una calavera junto a ella. Dormía poco y la disciplina le provocaba en muchos casos rociar el suelo y regar las paredes con su sangre. Su manjar común eran pasas o aceitunas, su bebida agua y poca, sin llegar a saciar su sed, y desde que comenzó su vida espiritual no comía carne, pescado ni huevos y los viernes ayunaba a pan y agua.Sus acciones eran moderadas por su confesor, que hasta la obligó a dormir junto a su hermana Isabel para que ésta la controlara ante sus excesos.
Tras dos años de novicia, profesó en el Convento de Fuentes el 15 de julio de 1612, ante el mismo padre fray Alonso de la Concepción.Ante la grandeza de espíritu que su confesor veía en la madre Juana de Cristo, consultó su caso con otras personas cultas en lo espiritual dentro y fuera de la Orden, quienes dieron por escrito sus pareceres.
El padre fray Pedro de la Madre de Dios, que fue muy devoto de la sierva de Dios y vino muchas veces a Fuentes a comunicar con ella, decía que no hallaba «ninguna diferencia con la misma Teresa de Jesús», a la que él mismo había conocido de muy cerca en persona, fallecida en 1582 y canonizada por la Iglesia en 1622.
Casi toda su vida fue un continuo padecer, no sólo físico, sino también psíquico. Hasta un familiar llegó a decir de ella: - «Plegue [quiera] a Dios que la amistad que mi sobrinilla Juana tiene con su confesor sea agua limpia».
Son muchos los testimonios que se recogieron de su vida y tal fue su llamativo estilo de vida que hasta tuvo que pasar por la misma Inquisición, saliendo impune y sus delatores encarcelados.
La incontrastable paciencia de la madre Juana y su perseverancia en el camino que comenzó, vinieron poco a poco a vencer la malignidad de intención de los que en los tres o cuatro años de su nueva vida se le habían opuesto tan terriblemente.
Su familia y casi toda la gente del lugar comenzaron a mirarla con diferentes ojos, aunque no dejaron de quedar contrarios.Los ejercicios de caridad de esta fiel amante de Dios fueron tantos y tan continuos que era común que lo poco que tenía se lo quitara para darlo a los pobres, y a veces daba hasta lo propio de su familia.
Llevaba a tal extremo su vida religiosa que entró públicamente en éxtasis en numerosas ocasiones y fray Alonso cuenta en las crónicas de la casa las muchas veces que Dios le habló y revelaciones que tuvo.
En una de estas visiones, siendo novicia, estaba en oración y tuvo una revelación en la que el Señor le predijo la fundación en Fuentes de un convento de monjas de la Merced, el sitio donde habría de levantarse y la disposición que habría de tener la Iglesia, el Altar y el Coro.
En ese momento no existía aún la rama femenina descalza y el Convento no se fundaría hasta 4 años después de su muerte.A diversas personas profetizó que iban a ser frailes o monjas de la Merced y se cumplió. Su fama de santa y piadosa se fue extendiendo, contando el cronista que hasta su presencia aliviaba las enfermedades por medio de su oración.
A pesar de la juventud, su salud le fue fallando y una multitud de males le prolongaron una agonía de meses cuando apenas contaba con 27 años.
Tuvo que dejar de ir a la iglesia del Convento y los continuos males la postraron a su tarima, donde recibía las visitas de su confesor y el propio Vicario. La enfermedad lenta, con dolencia grave, continua y de tantos y tan agudos dolores agudizaron su estado y el día de Navidad de 1615 recibió el Viático.
La providencia divina quiso que el lunes 25 de enero de 1616 por la mañana recibiera la Santa Unción y tras ello, pidió que la pusieran en el suelo para morir imitando a San Francisco, de quién toda su vida fue muy devota. Y allí, pasadas las 8 de la noche, rodeada de su familia, el Vicario, el Comendador y otros religiosos que le acompañaban, con 28 años de edad y sin pronunciar palabras por no tener fuerzas se marchó «a gozar por toda la eternidad de aquel Señor por quién tantas fuerzas hizo y a quien tan ansiosamente había deseado».
Curiosamente, era el día la fiesta de la Conversión de San Pablo, a los 8 años justos de haber tomado el hábito de la Merced. Difunta ya, y puesta en el féretro, concurrieron tantos a verla, que en más de un día y medio que estuvo el cuerpo sin darle sepultura no se desocupó de gente la casa de la familia de la Vega.
Hombres, mujeres y niños pedían le dejasen ver a la santa, besarle los pies o tocar su rosario. A su funeral vino de Osuna fray Domingo de los Santos, que predicó durante más de hora y media ante una iglesia repleta de fieles y un nutrido grupo de religiosos.El cuerpo de la madre Juana de Cristo fue depositado «en la bóveda de la capilla mayor de nuestro convento, entierro común de nuestros religiosos».
Tras ser sepultada con fama de santidad, el padre fray Diego de la Concepción dejó escrito detalladamente en las crónicas de la casa el siguiente texto:
«Poco más de veynte días después del depósito de la madre Juana, murió el Patrón del dicho convento, llamado Juan de Alcozer, Familiar del santo Oficio, y Governador de la villa y estado de Fuentes (y llamávamosle Patrón, no porque lo fuese, sino porque nos había dado las casas para que el convento se fundase, y hecho muchas limosnas, y beneficios) y tratamos de depositarlo en la misma bóveda, no obstante que los más lo contradijeron, no por otra cosa más que por hacer tan poco tiempo que se había puesto allí el cuerpo de la dicha madre Juana: pero con todo eso se tomó resolución de que allí se depositase, en gratificación de las grandes obligaciones que el convento le tenía, supuesto que no había en el convento, e Iglesia otra parte más autorizada en que poderlo poner. Yo fuy el que entré en la bóveda a acomodarlo, y entonces vi que el cuerpo de la dicha madre Juana estaba entero, e incorrupto, y sin tener mal olor; antes las flores con que la habíamos adornado (que algunas eran de almendro, y otras eran clavellinas amarillas) estaban tan frescas como si las acabaran de cortar de las matas; de lo cual yo, y los que conmigo entraron alabamos a nuestro Señor, y sacamos todas las que hallamos para que los demás las viesen. Salimos, y cerramos la bóveda que en poco más o menos de un año no se volvió a abrir. Al fin del qual, siendo Comendador de aquel convento el padre fray Mateo de la Concepción, me dijo un día, que se holgaría mucho de ver el cuerpo de la madre Juana de Cristo, por si todavía estaba entero, como yo dije haberlo dejado cuando depositamos al Patrón. Yo lo facilité, porque también deseaba lo mismo; y así nos hicimos ambos de concierto, y una fiesta, estando toda la Comunidad recogida, y en silencio, fuimos juntos, y abrimos la bóveda. Entré yo solo en ella, llevando luz y hallé que el cuerpo de Juan de Alcozer estaba todo comido, y lleno de moho y horrura; y el de la susodicha madre Juana de Cristo tan entero como yo lo había dejado un año antes. Quise quitarle dos dedos de una mano, y por mucha fuerza que hize para troncharlos, y arrancarlos, no pude; de suerte que fue necesario valerme de una cuchilla de cortar plumas, de que iba prevenido por lo que sucediese, y con ella le corté por la coyuntura el dedo pulgar, y el índice de la mano derecha. Y uno de ellos entregué al dicho padre Comendador F. Mateo, y el otro remití al P. Fr. Alonso de la Concepción, por haber sido el padre espiritual, y haberla siempre estimado tanto».
Si lugar a dudas, al valor histórico de la crónica hay que añadir la minuciosa descripción sin escrúpulos realizada por el mercedario.
Continuando con la llamativa vida e historia de la religiosa, se tiene conocimiento de que en el año 1618 Francisco Heylan Antuerpiense esculpió en Granada, en lámina fina de bronce, un retrato de la madre Juana de Cristo para hacer estampas y mandarlas donde eran muy deseosas por sus devotos.
Una de ellas fue remitida a su hermana Isabel de Vega, que al recibirla la guardó en un arca con mucha veneración mientras se le hacía un marco en que ponerla decentemente. Acabado éste se dispuso a buscar la estampa en el arca y no la halló, lo que le dio mucha pena, ignorando tal enigma. Fue el caso, que «por misterio de algún ángel fue sacada del arca y llevada a Marchena a una monja de santa vida, llamada madre Damiana» a quién la representación de la misma Juana de Cristo le habló diciéndole: «Cuando mi hermana Isabel de Vega te venga a hablar aconséjale que sea religiosa descalza de la Orden de Nuestra Señora de la Merced, porque así es voluntad de Dios, y de que sea la primera que reciba el hábito en el Convento que en Fuentes se ha fundar, donde será prelada. Dirasle que yo te lo he venido a decir, y en señal de ello enséñale este mismo retrato mío, que es el que no pudo hallar en el arca donde lo tuvo guardado».
Tras esto, fue Isabel a Marchena y pasó por casualidad a visitar a la madre Damiana, quedando admirada de lo visto y oído de boca de la religiosa.De este modo, Isabel fue la primera religiosa que entraba en religión en la nueva casa femenina de la Merced de Fuentes, inaugurada en 1620, y su cuarta comendadora, tomando el nombre de Sor Isabel de la Concepción. De Isabel dicen los anales de la Orden que fue una religiosa venerable por su gran piedad, fervoroso espíritu y relevantes virtudes, que vivió toda su vida en el Convento de Fuentes donde murió también con fama de santidad, llegando a escribir el libro «Vida, ó muchas cosas tocantes á la vida de su hermana la venerable sierva de Dios sor Juana de Cristo, mercedaria descalza, que murió el día 25 de enero de 1616».
Un texto, que no hemos podido localizar. Continuando con las vicisitudes del lugar de enterramiento del cuerpo de la madre Juana, al encontrarse en el entierro común de los religiosos, siempre que la bóveda se abría para acomodar en ella otro cuerpo, los que entraban sacaban reliquias del venerable cuerpo de Juana.
Dándose cuenta el padre fray Hernando de Santa María, entonces Comisario general de la Descalcez en la Provincia de Andalucía, mandó que el bendito cuerpo fuese trasladado en una concavidad que para ello se había de hacer en el muro de la Capilla mayor de la Iglesia del convento, al lado de la Epístola del Altar principal, y que se cerrase con una losa de mármol blanco de casi cinco cuartas en cuadro.Cumpliéndose lo ordenado, el traslado del cuerpo de la sierva de Dios se hizo en la noche del lunes 15 de noviembre de 1621, sacando la caja en forma de ataúd en la que estaba y poniendo el cuerpo en un arca nueva con tres cerraduras de hierro.
La primera de las llaves se entregó a su hermano Francisco de Alcalá y Vega, familiar del Santo Oficio, para que siempre lo tuviese y pasara a sus hijos y descendientes, la segunda al Cabildo Secular de la villa para que la guardase en su archivo y la tercera se quedó en el Convento. Colocada en el hueco y puesta la lápida, al día siguiente se celebraron solemnes honras fúnebres, con asistencia de todo el clero y del Ayuntamiento, presididos por fray Francisco de Ribera, venido desde Écija.Esa lápida en cuestión, es la misma que hoy se encuentra en la Capilla de Nuestra Señora de la Soledad, y que tras de sí alberga los restos del cuerpo de esta venerable madre y la apasionante historia de la vida de una mujer que fue célebre en la historia de la Orden de la Merced, extendiéndose a lo largo de los años posteriores a su muerte su fama de santidad. Cuenta fray Pedro de San Cecilio en los Anales de la Orden, publicados en 1669 y por el que hemos conocido detalladamente la vida de Juana de Cristo, que su estampa estaba en muchos de los conventos de la Merced, citando explícitamente que existía en los altares mayores de los conventos de Valdunquillo (Valladolid) y Fuentes, así como en el de Santa Bárbara de Madrid, donde ocupaba una de las cuatro pechinas de la bóveda de la capilla mayor. Desgraciadamente este último fue derribado durante la invasión francesa, en el siglo XIX, y de las láminas existentes, nada hemos podido localizar.

Transcripción de la lápida sepulcral: «Esta loza contiene debajo de si el cuerpo de la virgen Juana, que siendo noble en linaje, lo fue más en santidad y virtudes. Fue en la realidad, y verdad, en el nombre, y en la profesión beata descalza del sagrado Orden de Redentores de Nuestra Señora de la Merced. Tuvo a Cristo por sobrenombre, por vestidura de su alma, por espejo de su vida, y por premio de sus virtudes; y fue decorada con muchas maravillas, con que ilustró su siglo, su Orden, su linaje y su patria. La venerable María de la Antigua, monja de la misma Orden, vio entrar su alma en el cielo, para reinar eternamente con Dios, desde el 25 de enero del año del Señor de 1616».