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A medio cuarto de legua de la muy antigua villa de Fuentes, en el Reino de Sevilla, se levanta una fuente que desde siglos atrás fue el principal abastecimiento para la «manutenzión del común de estte vesindario». Ésta se surte a partir de un complejo sistema subterráneo de captación y conducción de aguas formado por dos manantiales o “minas”.

Rodeada de restos de distintos pueblos antiguos que habitaron estos lares, ya en 1599 aparece citada en las Actas Capitulares acordándose su reparo, y en 1690 el Cabildo Municipal acuerda hacer la fuente de piedra, para lo que contrata al cantero de Morón Antonio Gil.

A lo largo del siglo XVIII, varios miembros de la saga de alarifes de los Ruiz Florindo intervienen en el conjunto, ya que se continúan diversas reformas debido a la pérdida de suministro y a defectos en las conducciones.

Como en la Fuente de la Reina, otros manantiales y pozos de estas tierras llenas de historia siguen manando agua «buena y clara» desde tiempos remotos; características de un territorio que dieron el nombre a este maravilloso lugar del mundo que es Fuentes, de Andalucía.

lunes, 5 de marzo de 2012

NUEVOS DATOS SOBRE LA DEVOCIÓN AL CRISTO DE LA PIEDAD Y MISERICORDIA DE FUENTES DE ANDALUCÍA (Señor del Calvario)


La historia de la Semana Santa fontaniega, y por ende de sus hermandades y devociones, es altamente desconocida, debido esencialmente a la escasez de documentos históricos e importantes lagunas que presentan los archivos de las cofradías, donde, como ya hemos denunciado en otras ocasiones, ha influido la ausencia de unas dependencias propias de las entidades a lo largo de los siglos y el escaso valor dado a los libros de actas, cuentas, inventarios… por parte de los regentes de las mismas.
El presente trabajo tiene como objetivo un nuevo acercamiento particular a la historia de la veneración al Señor del Calvario, una de las devociones populares más extendidas en la población fontaniega, inspirando arraigadamente el fervor del pueblo y la piedad popular.
El hallazgo de nuevos documentos históricos en el Archivo General del Arzobispado de Sevilla –hasta ahora desconocidos– y la localización de un azulejo del siglo XIX –temporalmente depositado en el Archivo Parroquial– que existía en la Ermita y fue extraído de su ubicación durante el periodo en el que la misma permaneció cerrada y abandonada durante la década de 1990, nos aporta nuevos datos para ir completando la historia de esta particular devoción que el pueblo de Fuentes profesa al Cristo del Calvario. Referencias que se han ido cruzando con las ya conocidas y los propios testimonios de vecinos y devotos, para intentar obtener la máxima veracidad de la reseña histórica aquí relatada.
No por ello, aún son muchas las interrogantes que siguen sin respuestas y que nos estimulan a seguir investigando para sacar a la luz nuevos datos y poder relatar la crónica histórica particular de esta devoción y cuanto le rodea, repercutiendo ello en el contenido de los Anales de las Cofradías y la religiosidad popular fontaniega, en cuya materia venimos trabajando desde hace años y que –Dios mediante– esperamos algún día completar para su publicación, conocimiento y disfrute de todos y como incremento del patrimonio inmaterial de las Hermandades y Cofradías de Fuentes de Andalucía. Una temática de investigación local que dio como primer fruto nuestra obra Fuentes Penitente, de cuya edición se cumplen en esta Cuaresma de 2012 diez años, y los sucesivos estudios específicos que hemos ido publicando, principalmente en este Boletín de las Cofradías o en otros medios como la monografía Aurora Nostra.

EL ORIGEN DEL CALVARIO
«El día 30 de marzo de 1870 se edificó este Calvario por la piedad y por cuenta del piadoso vecindario». Este texto, plasmado a la entrada del actual recinto de la Ermita del Cristo, nos aportaba el único dato de carácter histórico que se poseía de cómo surgió este lugar tan popular entre la ciudadanía fontaniega y la devoción a este pequeño Cristo crucificado bajo el título de Señor del Calvario.
Una referencia a nuestro parecer incorrecta tras consultar el texto del azulejo original, en el que consta: «El día treinta de marzo de mil ochocientos setenta se renovó este Calvario por la piedad y por cuenta del piadoso vecindario». Por tanto, según se descifra en el el epígrafe, se puede interpretar que la Ermita no fue levantada en 1870, sino que ya existía con anterioridad.
La cita histórica documental más remota data de 1885, fecha de la que se conserva un inventario de la Capilla, situada «en las afueras del pueblo en un lugar denominado Calvario» [1], zona de la villa que ya en el siglo XVIII aparece en cierta documentación del Archivo Municipal nominado como Palmar del Calvario [2].
Lo que sí se puede afirmar es que el Cristo, originariamente, atendía al título de Santísimo Cristo de la Piedad y Misericordia, recibiendo culto en la Capilla del Calvario, todo ello documentado en varias fuentes. Y fue a lo largo del siglo XX cuando el Señor tomó su advocación actual del lugar donde recibía culto, a causa de la tradición oral del pueblo.

MECENAS DEL CULTO
Todo cuanto albergaba la pequeña Capilla del Calvario en su interior, tales como alhajas de plata u otro metal, objetos de culto, bancas y ropa de altar era propiedad de la devota María Dolores Moreno, y así queda recogido en el inventario realizado en 1885.
Hasta 1901, esta piadosa mujer era la que se había encargado del culto, reparación y ornato del templo con las limosnas que recolectaba de «otros fieles devotos, aumentando más y más, con este celo por la gloria de Dios, la devoción hacia el Stmo. Cristo de la Piedad y Misericordia; pero habiendo dispuesto el Señor pasara a mejor vida para alcanzar los goces prometidos a los que de verdad le aman, y no encontrándose otra persona en quién concurrieran todas y cada una de las cualidades que adornaban a la fervorosa difunta» [3], un grupo de devotos se reunió con objeto de constituirse en Hermandad para desarrollar los fines expresados de culto, ornato, conservación y reparación del pequeño templo del Calvario.

LA FUNDACIÓN DE LA HERMANDAD
Fue el 8 de junio de 1901 cuando el conjunto de devotos del Cristo del Calvario, antes citados, reunidos con «el favorable parecer de nuestro celoso párroco y bajo su digna presidencia» [4] –D. Juan Baustista Jiménez Barros–, determinaron «dejar instituida la Hermandad, nombrando una Junta directiva o de Gobierno y acordando las bases o artículos para su mejor régimen» [5].
Un Reglamento que fue firmado por los 24 devotos –entre ellos cuatros sacerdotes excluido el párroco– promotores el 10 de Julio de 1901 y enviado al Excmo. y Rvdmo. Sr. Arzobispo de Sevilla, D. Marcelo Spínola y Maestre, suplicando se dignara a «aprobar y bendecir esta nueva Cofradía si lo estimase conveniente, como también las bases acordadas en el adjunto Reglamento después que hubieran sido visadas y modificadas por quién a bien tenga, no sin dejar de conceder Indulgencias a sus Cofrades cuando practicaran todos y cada uno de los actos que se mandan en el ya referido Reglamento» [6].
Los impulsores de la nueva Hermandad, cuyas firmas rubricaron las primeras Reglas de ésta, fueron: Rafael González, Pbro., José María Armías, Manuel González Caballero, Pbro., Fernando Morales, Pbro., Jesús Armías, Pastor Gallego, José López Romero, Pbro., Francisco Urbán, Vicente García, José Camúñez, Julio Vázquez, Antonio Jiménez, Paulino Morente, Narciso Fernández, Pablo Ávalos, Joaquín Bordoy, Justo García de Vinuesa y Pinilla, Sebastián Pérez, Francisco de Paula Reina, Francisco Caro Fernández, Sebastián Pérez Lora, Manuel Oliva López, Gabriel Flores y Francisco Caro Crespo.
Presentado el Reglamento a la autoridad eclesiástica, su aprobación se demoró en el tiempo, ya que se propuso por parte del Arzobispado la modificación de determinados artículos, cuya enmienda fue realizada y enviada de nuevo a Palacio.
Ante la dilación, el párroco D. Juan Bautista Jiménez escribió de nuevo al Arzobispo en julio de 1903, informándole que había en Fuentes «mucha devoción a la imagen de Jesús de la Piedad y Misericordia, principalmente en la parte del vecindario más inmediata a la Capilla donde se venera, y que hallo muy en razón la aprobación del Reglamento de dicha Hermandad, pues ha de contribuir mucho a sostener la piedad de aquellos feligreses que están más apartados de la Iglesia Parroquial». Hemos de tener en cuanta que en esta fecha la capilla se encontraba totalmente aislada en el campo, ya que los límites del casco urbano del pueblo por esta zona iban desde la estación del ferrocarril por la trasera de las viviendas de las calles Marchena y Sol, la propia calle Calvario (Los Corrales) y el Molino de Herce.
Finalmente, el 20 de mayo de 1904 las Reglas de la nueva Hermandad fueron aprobadas por un periodo de 4 años, a los que la entidad tendría que instar para su aprobación definitiva.

LAS PRIMERAS REGLAS DE LA HERMANDAD
El Reglamento aprobado, por el que se rigió la Hermandad en sus primeros años de existencia se compone de 5 capítulos, que aglutinan 31 artículos.
Los fines primordiales de la Hermandad eran difundir la piedad y fomentar la devoción a la sagrada imagen del Santísimo Cristo de la Piedad y Misericordia, atender el culto a la imagen sufragando los gastos que por ello se originasen, ejercer la caridad no solo con los hermanos cofrades sino también con todas las demás personas como hermanos en Cristo y cuidar del ornato, conservación y reparación de su templo del Calvario.
Para cumplir los fines, las Reglas contemplaban no solo las cuotas de los hermanos, sino también otros medios como póstula pública o rifas de objetos o animales, para lo que precisaban la autorización pertinente.
El culto principal era un Quinario anual en Cuaresma, a celebrar en la propia Capilla, con confesión y comunión para cumplir con el precepto pascual, expulsando de la nómina de hermanos a aquel que no lo cumpliera.
Recoge curiosamente las Reglas que durante los meses de junio, julio y agosto se celebraría «misa rezada en la Capilla del Calvario todos los domingos y días festivos con el fin de que los moreros que guarden en las eras inmediatas las mieses en ellas asinadas» pudieran cumplir con el precepto. Esta misa se celebraría al apuntar el sol.
Cualquier cristiano sin distinción de edad ni sexo podía pertenecer a la Hermandad, abonando una cuota de entrada de una peseta con cincuenta céntimos, y como contribución ordinaria diez céntimos semanalmente, cincuenta céntimos al mes o seis pesetas al año. El hermano que llevara un tipo de vida escandalosa, y aconsejado por tercera vez por la Hermandad no se enmendara, sería expulsado.
La Hermandad estaba obligada a asistir a la administración del Viático a los hermanos y sus familiares, pudiendo llevar de doce a veinticuatro luces, así como al entierro de los mismos, que consistía en alumbrar con cuatro cirios el cadáver en la casa mortuoria, rosario y responso por la noche en sufragio de su alma con las insignias de la Hermandad, y estas mismas acompañaban al entierro hasta dejar el cadáver del hermano en el cementerio.
Otro artículo curioso expresa que –a excepción de que la población sufriera algún tipo de epidemia– si algún hermano cayera en enfermedad aguda y no tuviera de qué vivir ni quién le asistiera, la Hermandad le otorgaría por semana una libra y media de arroz, tres tazas de garbanzos, tres cuartos kilos de carne, medio cuarterón de rancio o tocino añejo y dos kilos de pan, dándoles sus correspondientes vales o su equivalente en dinero, y no excediendo más de siete semanas.
El Calvario fue siempre un lugar de peregrinación de la gente humilde y clase trabajadora del pueblo. Ha sido siempre, y hoy lo es, un santuario de piedad popular.

LAS DÉCIMAS DEL SEÑOR
El nombrado azulejo del siglo XIX citado en varias ocasiones, fue colocado en la Ermita del Calvario en 1872, mostrando no solo la quintilla [7] que nos aporta los datos históricos, sino también dos décimas [8] que el Padre Cuaresmal D. Federico García, Pbro. le dedicó al Señor el 1º de agosto de 1872.
En la actualidad una aproximación a una de las décimas, recuperada de la tradición oral, se muestra junto al altar del Cristo del Calvario. Con la localización del azulejo original, reproducimos aquí los versos originales (abajo) y el azulejo actual (a la izquierda).

Habla Jesús Crucificado:

Contémplame ¡o pecador!
en esta cruz enclavado,
y mi cuerpo destrozado
por ser tu libertador.
¿No te muevo ya a dolor
de haberme tanto ofendido
si arrepentido y rendido
a mis pies perdón imploras
te perdono desde ahora
las culpas que has cometido.

Contemplas al Redentor
en un madero enclavado;
y no ves que tu pecado
es causa de su dolor.
Tú conoces pecador
lo que a Jesús has costado?
¡Mira! si no has confesado
corre a buscar confesor;
pues no tienes salvación
sin confesar tus pecados.




NOTAS:
1) Archivo Parroquial Santa María la Blanca de Fuentes de Andalucía. Sección Fábrica. Serie Inventarios. Inventarios de las Iglesias de Fuentes de Andalucía,1885.
2) CERRO RAMÍREZ, Jesús: La villa de Fuentes (1578-1800). Fuentes de Andalucía,2011.
3) Archivo General del Arzobispado de Sevilla. Fondo Justicia. Serie Hermandades. Legajo 134. Reglamento de la Hermandad de Nuestro Padre y Señor de la Piedad y Misericordia fundada en Fuentes de Andalucía. Año de 1901.
4) Ibídem.
5) Ibídem.
6) Ibídem.
7) Combinación de cinco versos octosílabos, con dos diferentes consonancias, y ordenados generalmente de modo que no vayan juntos los tres a que corresponde una de ellas, ni los dos últimos sean pareados.
8) Combinación métrica de diez versos octosílabos, de los cuales, por regla general, rima el primero con el cuarto y el quinto; el segundo, con el tercero; el sexto, con el séptimo y el último, y el octavo, con el noveno. Admite punto final o dos puntos después del cuarto verso, y no los admite después del quinto.

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